29.12.11

Drive


Que me vinieran a la cabeza películas tales como The Departed (Infiltrados en español), The Untouchables (Los intocables de Elliot Ness en español) o A History of Violence (tal cual en español, o sea, Una historia de violencia) puede significar varias cosas: que es una película bastante violenta (que lo es aunque no en demasía para a lo que nuestros ya nada inocentes ojos andan acostumbrados) y que es una buena película (que también lo es, pese a sus esos tintes de serie B que rezuma por algún que otro poro). 

Si bien es cierto que no me la esperaba así (aunque, a decir verdad, no esperaba nada más allá de ver a Gosling montado en diversos coches), he de decir que me gustó. Me pareció que estaba muy bien rodada, que la fotografía era preciosa y (según un crítico pedante) cuyos colores traían a la mente aquellos que habitan los cuadros de Hopper (aunque, en realidad, esto no es ninguna tontería). Las interpretaciones no merecen reproche alguno ni tampoco el guión y muchísimo menos la banda sonora, que es una pequeña obra maestra. Salvo por los títulos de crédito un tanto simplones y rosados y dejando a un lado mi casi nula a la violencia explícita y ese minuto y medio final (después del parpadeo) que podría haberse suprimido a la perfección, creo que es un thriller (más amoroso de lo que puede parecer) cuyo propósito de mantenerte pegado a la butaca hasta el mismísimo final han conseguido con creces. 

De nuevo queda demostrado que no hacen falta grandes despliegues ni desembolsos exagerados para poder contar una buena historia. Además (y eso que a mí no me gusta ni vivo en LA), dan unas ganas de coger el coche al anochecer y ponerse a conducir sin rumbo fijo, simplemente porque sí. No obstante, cuando salí del cine no estaba tan convencida de si lo que había visto me había gustado o no. Han pasado unos cuantos días que me han servido para reflexionar y si bien es cierto que no me encantó ni salí del cine dando botes y con la baba caída, en general y con todo, puedo decir que me gustó considerablemente con lo que voy a darle a Nicolas Winding Refn un bonito , aunque sólo sea por ese 'A Real Hero' que lleva resonando en mi cabeza toda esta semana.

Ps. ¡Nos vemos en los idus de marzo, Ryan! Por cierto, salías requeteguapetón haciendo de Driver, que eso también creo que merece una mención por estos lares, ¿a que sí?

19.12.11

Purgatorio

¡He visto a Aragorn, hijo de Arathorn! Todo lo demás es superfluo y accesorio. He dicho.

Ps. Una mezcla entre 1984 y las tragedias griegas ambientada en un purgatorio de lo más moderno con unas interpretaciones más que notables y una idea sumamente original a la par que angustiosa y descorazonadora.

Caracol


Durante algún tiempo me mostré indecisa sobre si comprarme una entrada o no (pues sabía a que a este, de nuevo, tocaba ir sola). Al final me dije que si no la pillaba me arrepentiría de no haber ido y... ¡cuánta razón hubiera tenido! El primer concierto al que fui sola fue el de FOB (porque llegué tarde y, obviamente, no encontré a la gentecilla) allá por el 2009; el segundo concierto fue el de Biffy Clyro el pasado año; y Yellowcard, Saves the Day y Young Guns (cuyo guapete vocalista, Gustav Wood, es el prota de la foto de esta entrada) son los que han hecho de este mi tercer concierto al más puro estilo Han Solo. Sin embargo, y aunque pueda parecer extraño, estos tres conciertos se encuentran dentro del Top 5, siendo el de los de Glaswgow el mejor de todos a los que he ido hasta la fecha (aunque guiris borrachos sobrevolasen mi cabeza más a menudo de lo que me hubiera gustado).

Puesto que era la primera vez en la historia que Yellowcard se dejaba caer por aquí y siendo uno de los grupos más influyentes y escuchados en mi tierna (y no tan tierna) adolescencia, pensé que no estaría nada mal pasar con ellos unas horas rememorando viejos tiempos. Conocidos como «el grupo del violín» (cuyo dueño, Sean Mackin, estuvo para comérselo durante todo el concierto), siempre tuvieron un punto especial que les hacía destacar sobre el resto de grupos del mismo palo. Por otro lado, crearon una de mis canciones preferidas de siempre: 'Believe'. Quienes sean de mi quinta, sabrán y habrán experimentado el pasar largas horas escuchando el Ocean Avenue, tirados en la cama y con la mente perdida por los bulevares californianos. Bueno, no hacía falta mucho más para saber que aquello iba a ser homérico.

Por otro lado, creo que ha sido una de las primeras veces que he estado más que de acuerdo con la elección de los grupos. Por lo general, vienen grupos de este tipo con teloneros desconocidos o que no tienen mucho que ver con ellos, lo cual puede ser positivo o negativo y, desgraciadamente, suele ocurri esto último más a menudo. Pese a que Yellowcard fuese el cabeza de cartel, Saves the Day, como bien dijo Ryan, es uno de los grupos referentes en este movimiento popunkero o como quieran denominarlo. Yo reconozco que no los he escuchado salvo en esa superpotencia llamada Two Tongues, formada (¡atención!) por Max Bemis y Coby Linder (Say Anything) y Chris Conley y David Soloway (Saves the Day). Sabía que, a pesar de no haberles escuchado, no me iban a desagradar si es que no me sorprendían gratamente sobre el escenario, que fue justamente lo que hicieron. Chris Conley es una ricura de hombrecillo, con una manera muy graciosa de tocar la guitarra, y se portaron de fábula teniendo en cuenta que la gente no les hizo mucho caso y que, encima, se les fue la luz. Fue entonces cuando Chris dijo: 'We can't play in that shit!' (refiriéndose a la oscuridad, palabra que no supo pronunciar en español después de habernos preguntado, en español, cómo se decía). 

De hecho, Ryan (cantante de Yellowcard, para los que anden perdidos con tanto nombre) salió al escenario en una canción a cantar con ellos y al final del concierto les invitaron a subir al escenario con ellos. Los pobres debían de estar deseosos de una muchedumbre enardecida y no gente con cara de pasmarote, impertérritos y con orchata corriéndoles por las venas. Yo entiendo que allí prácticamente todo el mundo había ido a ver a Yellowcard pero hay que ser inteligente y no soltar cosas ofensivas contra Saves the Day puesto que, aunque no lo sepas, tus grupos prefes han mamado de ellos hasta hartarse así que un poco de respeto y silencio cuando la gente toca, aunque no te guste. He dicho.

Por último, ¿quién puede resistirse al encanto de los británicos Young Guns? Hará dos años, en uno de mis inumerables periplos a la capital inglesa, vi un cartel gigante con la portada del All Our Kings Are Dead, donde los anunciaban como el grupo revelación del año. Me quedé con el nombre pero no le di mucha importancia a aquello. En algún que otro número de la Kerrang! aparecieron pero tampoco les di una oportunidad seria hasta hace poco, cuando me enteré de venían con este magnífico elenco musical. Fue amor a primera escucha. 'Crystal Clear' la había escuchado ya antes pero no conocía más suyo que eso. Sinceramente, pienso que es un debut tremendo y tengo muchas ganas de escuchar Bones, cuando salga en febrero, tal y como Gustav nos dijo. Además, también dijo que volverían a dejarse caer por España de nuevo el próximo año así que esta vez me adecentaré los pelos y me llevaré cámara para sacarme alguna fotillo con el guapísimo frontman de la joven armada venida de Buckinghamshire.

Una vez presentados todos los grupos y algún que otro de sus integrantes, me veo en la obligación de decir que, musicalmente hablando, fue una pasada. Jamás había estado en la Caracol y, aunque el barrio tenga alguna carencia o exceso de ciertas cosas desagradables, lo que es la sala, me pareció excelente (salvo por el corte de luz y el calor asfixiante que acabó poseyéndonos a todos y tal). El escenario está elevado con lo que puedes ver muy bien a los grupos; la sala es alargada, no muy grande, y con una acústica, sinceramente, de las mejores de las que he podido gozar jamás. También es cierto, los directos que ofrecieron hicieron mucho por este punto musical pero creo que con la Joy es una de las que más me ha gustado, la verdad. Cuando conseguí dejar mi abrigo en el roperto (para el que tuve que esperar casi 30 minutos de reloj a la salida...), Young Guns estaban con 'D.O.A.' y me apresuré a entrar a la sala aunque ni un tercio de la pista estaba ocupada. Me abrí huequito y me posicioné estrategicamente a unos metros de Gustav, al que le podía ver esos preciosos ojos azules... 

En la cola había escuchado algún que otro comentario despectivo hacia el grupo, algo así como «mierdecillas» y, desgraciadamente, poca gente allí se sabía las canciones (aunque eso en este país está a la orden del día). Sin embargo, canción a canción, se fueron ganando al público. Gustav estuvo súper majo, la verdad. Nos estuvo contando lo del nuevo disco, que era muy guay poder tocar para tanta gente (pobre, éramos cuatro gatos a esas horas aún) y nos animaba a cantar y a saltar. Esto es algo bastante sorprendente porque para lo que acostumbran aquí a hablar los grupos... Y es normal, no te vas a poner a soltar parrafada tras parrafada si piensas que no te van a entender. Yo creo que, poco a poco, esto se está atenuando y eso está bien porque siempre mola que hablen, que interactuen un poco y te cuenten aunque, claro está, la música es lo primero. En definitiva, la gente acabó animándose y Young Guns dejaron una muy buena primera impresión  como aperitivo del concierto que eran. A mí, personalmente, me hizo mucha ilusión verles en directo y estoy más que decidida a ir a verles ya no como teloneros si no como cabeza de cartel el próximo año, esta vez acompañada, preveo.

Chris Conley y sus amigos hablaron bastante menos pero salieron al paso realmente bien de los múltiples fallos técnicos que sufrieron. La gente no estaba muy convencida (he de decir que, aunque canta bien, Chris tiene una voz bastante peculiar) y ni siquiera las cabezas se movían. Lo cierto es que a mí me gustaron las canciones. Es una música desenfada y mediomarchosilla y él es muy gracioso, de verdad. De todos modos, hay que entender que era el segundo grupo ya y que la gente estaba deseosa por ver a Yellowcard. A mí me dieron un poco de pena pero me lo pasé bien y, desde luego, me hizo muchísima ilusión ver y escuchar a una de las mayores inspiraciones en la vida de Max Bemis, uno de mis ídolos, he de confesar.

Yellowcard... ¿qué puedo decir? Estuvo mejor de lo que me hubiera podido imaginar; tocaron temazo tras temazo y, hablando en plata, lo petaron. Fue muy emocionante y muy emotivo verles después de haberles estado escuchando durante ocho años. Disfrutar de clásicos como 'Ocean Avenue', 'Only One', 'Way Away', 'Breathing', 'Lights and Sounds' y futuros clásicos del disco nuevo (¡que me gusta mucho¡), como la versión acústica que se marcó Ryan del 'Sing for Me', momento merecho total de la noche. Puedo decir que me lo pasé pecho y que lo disfruté como hacía mucho tiempo. Teniendo en cuenta que hacía dos meses que no iba a un concierto y que el último (The Kooks) no había sido muy del tipo de aplastujarse, de hacer pogos, de saltar y de desgañitarse hasta que el cuerpo no dé más de sí, es lógico que lo viviera, casi, como si fuera el primero (aunque aquel mítico 28 de junio de 2005 nunca podrá borrarse de mi mente, por muchos años que pasen).

Ps. He descubierto un método infalible para que nadie se te acerque en los conciertos: llevar las melenas al viento (sin haberte echado espuma previamente). ¡Hasta la próxima cita musical, jóvenes padawanes!

Ps2. ¡Feliz cumpleaños, binomito!

4.12.11

In Time


Yo soy de esas personas que piensan que si uno se equivoca debe asumir sus errores y aceptarlos. En este caso, soy muy consciente de que me había estado engañando todo este tiempo. Si bien es cierto que la primera vez que vi el trailer de In Time llegué a comparar la idea (nótese que hablo única y exclusivamente de la susodicha) con aquella que nos sorprendiera tanto el pasado año en Inception. Desgraciadamente, nada que ver tenía una cosa con la otra...

Me da bastante rabia que ideas tan buenas se utilicen de manera tan penosa. Es decir, crear un universo en el que el tiempo es la moneda de cambio y en el que los ricos viven eternamente a costa de la consumición de los pobres que viven al día es, francamente, original e interesante. El hecho de que las personas no evejezcan más allá de los 25 años (los cuales muchos de los actores protagonistas habían dejado atrás hace un tiempico ya...) no es más que un reclamo hollywoodiense, en mi opinión, para poner en pantalla a gente jovenzuela y aparente, como Justino, al que aún le queda, según mi parecer, bastante que aprender sobre actuación. Dejando a un lado los inumerables cameos de gente famosuela de la farándula, la historia es paupérrima. Y eso es precisamente lo que me indigna: una buena idea, una realidad paralela tan sumamente novedosa no puede echarse a perder al hacer una película llena de gazapos, de diálogos de besugos y de incoherencias en la trama y en la psicología de los personajes (en la que tampoco profundizan demasiado, como era de esperar...).

No pensaba que fuese a ser una película sesuda, ni mucho menos, pero sí que es cierto que algo más me esperaba. Lo que más me gustó de la película fue la primera media hora, que es donde se presenta la vida de la gente pobre de los suburbios que tiene que estar siempre pendiente del tiempo que les queda, antes de que Justino se ponga la careta de Robin Hood y vaya con su «amanda» Marian (la cual se pasa dos horas corriendo por toda la ciudad con unos taconazos de 30 cm y unas piernucas de gallina que no creo que, de haberse dado el caso real de tener que correr por su vida , la hubieran sostenido tan maravillosamente; sinceramente, considero que ese es el mejor efecto especial de todo el filme) a robarles millones de años a los ricos milenarios del New Greenich.

En definitiva, una idea genial tirada por la borda por querer hacer un taquillazo y poner a cantantes de protagonistas y no cuidar y mimar un poquito más lo que podría haber sido una oportunidad brillante para hacerse un hueco en el panorama de los clásicos de la ciencia-ficción. Me entretuvo lo suficiente como para no aburrirme y me hizo reír bastante, cosa que creo no estaba en las mentes de los creadores cuando pensaron la película. Por la idea y poco más le otorgaré un muy benévolo ♥, pero muy descontenta me he quedado contigo, Justino, que lo sepas.

16.11.11

The Hobbit


Todo empezó con  esta simple frase: "In a hole in the ground there lived a hobbit" (En un agujero en el suelo, vivía un hobbit). Hace muchos, muchos años mi madre, amante de la fantástica literatura fantástica y seguidora acérrima de J. R. R. Tolkien (y, en estos momentos, fanática empedernida de la saga de Geroge R. R. Martin y sus canciones de hielo y fuego), me debió de proponer el libro como una buena lectura veraniega o escolar, vaya usted a saber (pues no me acuerdo ni cuándo ni cómo ni dónde me leí por primera vez El hobbit). Yo, como suele sucederme, le estoy eternamente agradecida. 

Soy consciente de que mucha gente opina que para leer a Tolkien hace falta fe y paciencia, pero yo, desde luego, nunca las he necesitado. Si bien es cierto que no he pasado de la precuela de The Lord of the Rings, considero bastante amena y divertida la narrativa de este gran maestro de la literatura británica (y universal, por supuesto porque... ¿quién a estas alturas de la vida no ha calificado como «pies de hobbit» a unos pinreles peluditos?). El hobbit no es más que un cuento que Tolkien pensó para contarle a sus hijos y que desembocó en uno de los mayores legados que literatura fantástica nos ha dejado en la actualidad. Además, es muy curioso cómo se puede palpar ese humor inglés tan característico durante todo el viaje que lleva a Bilbo y a los trece enanos hasta la morada de Smaug, con ayuda de un mago barbudo llamado Gandalf.

Se trata de un relato de aventuras en plena Tierra Media y de un anticipo, un aperitivo de lo que sería la gran obra de Tolkien. A mí, personalmente, me emociona pensar que de un libro como El hobbit naciese todo ese mundo del que ahora, inconscientemente, participamos casi a diario (para mí, por lo menos, que me paso el día haciendo referencias a películas, series y libros, es una de las mayores fuentes de sabiduría) y que se ha convertido en elemento cultural fundamental desde que a finales de la década de 1930 se publicase la primera edición de El hobito, título que recibió la novela en su primera traducción al español (a manos de Teresa Sánchez Cuevas) y que no agradó a muchos, incluido el propio profesor de la Universidad de Oxford y no es de extrañar, si tenemos en cuenta que la susodicha decidió traducir "troll" como «enano», "dwarf" como «gnomo» y "goblin" como «duende». Eso sí, yo he reconocer, que la palabra «hobito» me resulta más que entrañable (y, desde que me enteré de su existencia, no hago más que usarla para hablar de Bilbo Bolsón).

No cabe duda de que nosotros, españolitos, le debemos mucho a Manuel Figueroa y a su impecable traducción; sólo hace falta echarle un vistazo a las rimas y acertijos y a sus respectivas traducciones (¡que también riman!) para saber que su trabajo es más que sobresaliente (tema sobre el cual es muy probable que haga un trabajo para mi querida asignatura de Hermenéutica). En cualquier caso, y dejando (o no) la traducción a un lado, se trata de un libro, en mi opinión, divertido, entrentenido, interesante y educativo, además de suponer uno de los pilares de la literatura fantástica y, como decía antes, una de las referencias literarias y, posteriormente, cinematográficas más conocidas y reconocidas que existen. Por eso creo que todos los que aman este mundo plagado de hobbits, de elfos, de enanos, de hombres, de goblins, de wargos, de dragones y de arañas deben leer, al menos una vez en la vida, el comienzo de estos apasionantes viajes, el origen de este universo que es el que Tolkien nos regaló.

¡Ah, se me olvidaba! La banda sonora esta vez ha sido, nada más y nada menos, que el ...Is A Real Boy de mi amado Max Bemis y su amable (del verbo amar) grupo Say Anything, en concreto la 'Spidersong'. Ahí queda eso...

Ps. ♥♥♥

5.11.11

The Help


Es bastante factible que si uno no sabe inglés o no lee la letra pequeña, así, de primeras, no sepa de qué voy o estoy hablando. Por otro lado, a pesar de que mis allegadas coincidían parcialmente en que Criadas y Señoras era un nombre ciertamente apropiado y explicativo para esta película basada en un best-seller (cuyo título y traducción es la misma), mi querida prima y yo no opinábamos lo mismo. Puede que la palabra «servicio» para referirse a la ayuda de cámara que las mujeres negras proporcionaban a las familias blancas en Jackson (Mississippi) no sea de tu agrado por ser la susodicha una palabra con un contenido semántico bastante más amplio puesto que a, por ejemplo, Mr Carson, Mrs Hughes y toda la tropa se les podría considerar el servicio de la gran familia Grantham (y estamos hablando de Downton Abbey para aquellos que se hayan perdido por el camino y quieran una solución para volver a encontrarse).

 En cualquier caso, a mí, personalmente, la solución por la que optó el traductor o traductora no me convence pues, si bien es cierto que acota y especifica, tampoco se entiende que aquellas tres palabras se refieran, concretamente, a la América profunda de finales de la década de los 1950 y principios de la década de los 1960. Problemas de traslado y traslación aparte, he de decir que me gustó mucho (♥♥♥♥) la película. Mi madre (para la que el de ayer fue su segundo visionado) nos había dicho que duraba dos horas y media. ¿Se hace larga? ¡Ni por un momento! Yo creo que no debe compararse con Fried Green Tomatoes puesto que, como película, no puede meterlas uno en el mismo saco (a pesar de que el contexto, la época y ciertamente muchos aspectos sean compartidos) porque no es lo mismo. Una historia de intolerancia y prejuicios pero también de amor y justicia a la que se le añade un toque de humor para que no se haga tan dura la más cruda realidad. De haber querido representar una tragedia al más puro estilo grecolatino, podrían haberlo hecho sin duda pues el tema da pie más que de sobra para ello...

 Es verdad que nosotros ahora, en el siglo XXI y en el año 2011, no podemos juzgar a la gente que hace 60 años pensaba de un modo de la misma manera que las juzgamos ahora. Supongo que es algo con lo que vivían, convivían y crecían y para ellos esa era su realidad. Sin embargo, nunca dejarán de fascinarme las «supremacías» No alcanzo a comprender cómo alguien puede pensar que la gente es inferior a él simplemente por el color de su piel o por su orientación sexual o por la religión que profesen. ¿Qué más le da al mundo cómo sea mi apariencia, a quién quiera o en quién crea? Está claro que existe un límite: no hacer daño a los demás con mis creencias, las cuales, curiosamente, son las únicas que sujetas a posibles cambios o alteraciones. Pero, ¿acaso elijo yo el color de mi piel? ¿Acaso tiene alguien derecho a decirme con quién debo y no debo compartir mi vida?

Considero que es algo tan básico, tan lógico y, aún así, sigue existiendo gente que no es capaz de verlo, que no es capaz de entenderlo. Es tan absurdo... Lo único que debiera importarnos es que la gente fuese buena y todo lo demás es accesorio. No podemos seguir rechazando por las apariencias, no podemos seguir temiendo y deseñando lo desconocido, no podemos seguir imponiendo nuestras creencias por sistema creyendo que por ser estas las nuestras son más válidas. Pero siempre hay alguien que se opone, alguien que lucha por lo que es justo, alguien que saca a relucir la verdad que está ahí delante de todos, por mucho que muchas personas no quieran mirar o darse cuenta. Y es gracias a estos valientes y lucha por la verdad y por lo que justo que, poco a poco, nuestro mundo y nuestras vidas van siendo algo mejores.

28.10.11

The Kooks


Supongo que, como muchos de vosotros, la primera vez que escuché una canción de estos majetes inglesitos fue en aquel anuncio de Canal+ de las apuestas sobre qué canales existían y cuálos no. Sin embargo, juraría que fue no entonces, no hasta un tiempo después cuando comencé a escucharles. La personilla que me ha enseñado muchos de los grupejos indie que escucho hoy en día a lo largo de todos estos años es partidaria del disco nambergüan, es decir, Inside In / Inside Out, pero yo soy del namberchu, es decir, Konk. Puesto que este salió en 2008 y su hermano mayor allá por el 2006, concluyo que fue con la tierna edad de 18 o 19 años cuando me aficioné a ellos (tanto que con toda la tralla que les di y, a pesar de haber pasado ya tiempo desde la fiebre de estos cocineros, ocupan un nada desdeñable puesto número 17 en el Last.fm).

Durante meses y meses rezamos por que se dejasen caer por tierras españolas para poder disfrutar de su britpop a gusto pero nuestras plegarias no obtuvieron respuesta. No hasta este año 2011. Hace ya unos meses anunciaron que iban a venir a presentar el tercer disquete y asimismo la preventa y yo, con buen acierto, decidí comprar un par de entradas (que se agotaron, no en 20 minutos, pero en pocas semanas). ¡Hasta los topes estaba La Riviera el sábado pasado! Había muy buen ambientillo y la gente (como suele ocurrir en los conciertos en los que los menores no pueden entrar) se portó. Por cierto, este aspecto de las festividades musicales y la edad límite de entrada sería un buen tema de debate porque... ¡anda que no da de qué hablar en las vueltas a casa en los metros a las tantas de la noche! En cualquier caso, la cosa habíase retrasado y cuando llegamos a la explanada la rivera del Manzanares, a eso de las 20.15, había una fila inmensa de gente esperarando para entrar...

Obviamente no pudimos ni catar a los teloneros, que no parecían estar del todo mal por lo que pude escuchar de ellos en vídeo de YouTube. Se recogieron y los pipas empezaron a montar las cosas para dar el conciertazo (o eso imagino pues no estuve presente). Fue un concierto muy bueno desde el punto de vista musical (¡que no es poco!): tocaron muchas canciones tanto del primer álbum como del segundo, la actuación fue espectacular, Luke Pritchard ejerció de líder del grupo de lo lindo y no dejó de hacer monerías por el escenario, subiéndose a los baffles y deleitando con su maravillosa y preciosa voz (con su maravilloso y precioso e ininteligible acento británico). Además, entré pensando que la nueva dirección de su música no me acababa de calar y salí pensando que quizá me había equivocado y que tendría que darle otra oportunidad a la «basura del corazón» que acaban de crear y presentarnos en tierras madrileñas. Y con este añadimos otro más a la lista de grupos que he visto en directo, que espero siga engrosando al ritmo que ha llevado estos últimos seis años. ¡A poner  su musicote en vuestras orejillas ya!

Ps. Como diría mi gran amigo Ryan, la gente debiera hacer un examen para tener derecho a votar, a tener hijos y, aquí una servidora, añade que también para asistir a eventos públicos (como son, en este caso concreto, los conciertos).

23.10.11

Azuloscurocasinegro


Fue allá por mis locos de años de instituto cuando oí hablar, por primera vez, de esta película. Mi querido profesor de latín, Antonio, se la pidió a mi querida amiga, Leyre, para verla. A pesar de que su veredicto no fue del todo positivo (mientras que el de mi querido profesor de lengua, Antonio, sí), a mí, en aquel momento, me daba un poquito igual todo aquello: era joven, ignorante e ingenua. Aún así, y pese a todo, siempre me fié más de el criterio cinematográfico de mi querida amiga, Leyre (cuyo amor por esta película es grandote), a pesar de que esto no quiere decir que el de mi querido profesor de latín, Antonio, no fuese ciertamente exquisito. 

Años y años más tarde, habiendo dejado atrás el Bachillerato y la Selectivdad y llevando unos cuantos años de carrera, estaba yo haciendo zapping un día en mi casa. Ahora ya no disfruto de los miles de canales del Canal+ pero, cuando aún tenía acceso a ellos, me pasaba el día recorriendo todas las cadenas puesto que, aunque parezca mentira, tener 250 canales no implica que siempre haya digno de echarle un ojo. El caso es que fui a topar con la archiconocida Gordos. Si bien es cierto que la pillé bastante avanzada (y por ello no creo hallarme en condiciones óptimas de juzgarla), no me llamó demasiado la atención y me pareció un poco «sobrada», es decir, bastante cruel y con un uso exagerado del temita de siempre (el seso, sí, el seso). Aún entonces no sabía quién estaba detrás de estos dos filmes...

Entonces, el febrero pasado, me ofrecieron (mi querida amiga, Leyre,) ir a ver una cosa llamada Primos. Ni el póster de la película que poblaba el metro de Islas Filipinas ni el título mismo de la película despertaban en mí el más mínimo interés... Un momento... Yo de esto ya he hablado, ¿no? Sí, en efecto, lo he hecho. De todos modos, seguiré con mi argumentación y, si alguien quisiera saber más sobre la susodicha peliculeja, la palabra en rojo de arriba es una vía virtual hacia el conocimiento. Lo importante y lo que hay que sacar en claro de todo esto es el hecho de que al venderme la película, al intentar convencerme de que no era tan mala como habían hecho creer que era, me dijeron que era de Daniel Sánchez Arévalo. Pues bien, en ese momento, sufrí una especie de déjà vu (con regresión incluida) y empecé a pensar, con el cerebro y mente madura que viven dentro de mi cabeza hoy en día, que debía dar una oportunidad a las cosas y, sobre todo, a las personas y a sus opiniones, aunque no sean las mismas que las mías.

Es obvio que mucho no pueden compararse una película con otra, salvo que estés hablando de los actores y, entonces, puedes decir que son prácticamente los mismos. Azuloscurocasinegro no es comedia sino tragedia. Una historia triste y cruda sobre la realidad de, seguramente, más personas de las que puedo imaginar y que hace pensar, una vez más, en las suerte que tenemos de vivir las vidas que vivimos. Matizada con ciertas pinceladas de humor, a manos, claro está, del siempre irreverente Raúl Arévalo, te deja, sin embargo, una sensación agridulce. Acordandome estoy de la clase de Hermenéutica del otro día, en la que estuvimos hablando del pobre Edipo y su infinita retaila desgracias. Y, supongo, que es cierto aquello de que no es posible empatizar con alguien malo que hace cosas malas y al que, en consecuencia, le ocurren cosas malas; pero si ese alguien hace las cosas bien, tan bien como se espera de él y, aún así, la vida le pone delante una y otra vez obstáculos y dificultades, nuestra naturaleza humana nos hace sentirnos tristes y abatidos por las desgracias e injusticias que a un chico bueno le ocurrieron sin merecerlo. Sin duda, otro ♥♥♥♥ más que merecido para esta gran figura del cine español, cuya obra y trayectoria espero siga por el mismo camino por el que ha ido yendo y viniendo todos estos años.

5.10.11

Somewhere



¿Sabeís eso de que no sabes o conoces algo pero el día que lo aprendes empieza a aparecer por todas partes y a todas horas? Yo supongo que es porque una vez que lo sabes te fijas en ello más que si no lo supieras, que lo pasas por alto sin darle mayor importancia. Es uno de esos momentos en los que uno se siente «sabio» y se sonríe a sí mismo pensando que el día va a ir bien. Algo parecido es lo que me ocurrió con el grupo Phoenix, gran redescubrimiento de mi gran amigo Boris (puesto que la portada de su Wolfgang Amadeus Phoenix la había visto millones de veces en el ipod de mi primejo pero nunca me había parado a preguntar qué era aquello). Cuando uno ha interiorizado algo, ha hecho de ello un elemento de su amplio (o no tanto, eso ya depende de cada uno) imaginario mental, es inevitable que en un periodo de tiempo relativamente corto vuelva a aparecer de repente, por sorpresa y así, ya de paso, hacer que te lleves una grata alegría.

Yo no conocía a Phoenix y una vez les conocí me fui a enterar (ya dentro de la sala) de que la muchacha directora de este filme está casada con el cantante. ¡Casualidades de la vida! Claro está, no es de extrañar que la banda sonora estuviera adjudicada a Thomas Mars, su francesito marido, cosa de la que no tengo queja alguna. Por otro lado tenemos el hecho de que hasta que no vi Super 8 no era consciente de que Dakota tuviese una hermanita también sumergida en este firmamento del cinema, como diría aquí la amiga Lina Lamon, y, como no podía ser de otra manera, resultó ser asimismo la protagonista de Somewhere. Aún no tengo claro con cuál de las dos me quedo pero creo que Elle tiene una cara más dulce y quizá menos repipi que su hermana a su edad (porque en lo que se ha convertido con la edad es un universo paralelo). Y, como información adicional, aunque nada tenga que ver con epifanías fantabulísticas, estuve pensando durante toda la película que Stephen Dorff se parecía muchísimo a Bruce Willis en sus mozos años.

En cuanto al trabajo de esta italoamericana de apellido de renombre, únicamente he visto dos de sus películas y ambas me han gustado considerablemente, no obstante me parece mejor película esta que Marie Antoinette, cuya banda sonora es casi más genial que la de esta (y así se compensa la cosa y soy equitativa e igualitaria). Otra cosa que me asombra es que las opiniones y críticas de las películas no suelen coincidir con mis opiniones personales en muchos de los casos. Por ejemplo, tanto Las vírgenes suicidas como Lost in Translation (pendientes quedan las dos de echarles un ojo) tienen mejor crítica o recepción o como se llame que las dos de las que yo he disfrutado, claro que estas no he tenido la ocasión de verlas aún. Así como casi siempre que escucho un disco puedo adivinar cuál será el siguiente single y acertar en la mayoría de los casos, con las películas la cosa se vuelve algo peliaguda (nunca mejor dicho). También es cierto que puede que yo sea un tanto benévola y mi listón no esté por las nubes o mire las cosas de manera más simple, es decir, si me divierte o no y ya dentro de eso me pongo a pensar más sesudamente sobre el tema, no como hacía Platón, con eso de hacer críticas moralizantes de las cosas. No soy de esas personas que les sacan todo el jugo y el partido a los filmes, lo que no quiere decir que no tenga mis argumentos a favor o en contra de los susodichos.

Esta película me gustó. ¿Por qué? Me pareció una historia triste pero muy tierna a un mismo tiempo. Me emocionó y consiguió tocarme la patata (aunque aquí siempre creo que hace mucho el empatizar o no con las historias que las películas cuentan), me gustó la sutileza con la que Coppola contaba lo que quería y mostraba lo necesario en unos simples 90 minutos, sin necesidad de grandes desplegues técnicos ni artificios accesorios. La vida de dos personas, su relación y cómo esta iba desarrollando y como el personaje de Dorff iba ilumninándose, creciéndose, recobrando la alegría gracias a la mera compañía de su hija. Es una historia de soledad pero también muestra lo que tanto el amor como el dinero pueden llegar a conseguir o a destruir. Una apuesta nada pretenciosa sino más bien delicada sobre la existencia humana.

Obviamente, no puedo más que regalarle un y felicitar a su creadora por una película amable del verbo amar. Aprovecho también para recomendarla por si este finde alguien estaba pensando en ir al cine y no sabía muy bien qué ver; es una película diferente y especial, como poco. Eso sí, advierto: no juzguéis el fimle por el primer minuto y medio...


Ps. Olvidóseme escribir sobre la fabulosa L'affaire Farawell (♥) y preferiría olvidar que alguna vez vi ese gran bodrio llamado Bridesmaids ().

20.9.11

Scott Pilgrim


Creo que es necesario diferenciar entre Scott Pilgrim, el más que brillante cómic, y Scott Pilgrim, su no tan brillante adaptación. Cierto es que fue hace bastante que vi la película; y cierto es que eran las tantas de la noche; y cierto es que me moría de sueño y cierto es que no le presté mucha atención. No obstante, creo que sí la suficiente como para saber que no me estaba haciendo gracia y que no estaba consiguiendo entretenerme tanto como para evitar que me quedase fritanga en el sofá. Pero como todo (o casi todo) en esta vida se aprende a base de equivocarse, admito que hice mal: vi la película sin haberme leído el cómic. De hecho, cuando terminé de ver la película sentí cierta rabia puesto que, a pesar de haber oído buenas críticas y comentarios acerca de su desternillante hilaridad, no me había convencido un pelícano.

Y es aquí donde entra en juego Max Bemis. Max Bemis es un hombrecillo bipolar que canta un grupo tremendamente bueno y sumamente infravalorado y alarmantemente desconocido (al menos en este nuestro querido país) llamado Say Anything. Para los que esta sea la primera vez que oís hablar de SA, por favor, Spotify y YouTube son vuestros amigos... La cuestión es que Max, después de mucho tiempo pensando y queriendo hacerlo, se creó una cuenta de Twitter (esto presupongo que os sonará algo más) para hablar única y exclusivamente de cómics, su tercer gran amor, después de su esposa y la música. En ella, habla de sus cómics, escritores y géneros preferidos y contesta también a preguntillas que la gente le hace. Fue en una de esas respuestas a una fan(ática) en la que dijo que Scott Pilgrim era uno de sus preferidos y que lo solía releer a menudo, si no recuerdo mal. Tomar a Max Bemis como fuente de sabiduría cómcia es algo sensato pues el tío sabe lo que se hace y conoce miles y miles de títulos.

Fue entonces cuando empecé a indagar sobre la obra del canadiense Bryan Lee O'Malley y sobre la vida de este peculiar veinteañero y de su aún más peculiar novieta, Ramona. Es curioso cómo las opiniones cambian, igual que la energía, no se destruyen (aunque sí se crean) sino que, a veces, se transforman. Además, como bien dice una foto que anda por los Internetes, no debemos juzgar un libro por su película. Y eso me propuse hacer yo: me metí en Amazon (guiño para aquellos que conozca el librejo) y encargué los 6 volúmenes de Scott Pilgrim. A medida que iba leyendo me daba cuenta de que la película pecó de fanfarrona al creer que podría aglutinar, espachurrar y revolver todo el cómic en una sola adaptación. Tampoco es una gran obra de la literatura de la que merezca hacer una saga de seis películas ni de tres, lo sé. Sin embargo, se queda muy, muy corta. Las historias son tan breves que los personajes pierden características y atributos por el camino, se convierten en simples y meras caricaturas de algo, francamente, bien trabajado. Además, detesto que las historias secundarias siempre desaparezcan en las películas porque también aportan cosas, ayudan a entender mejor a los personajes y me parece un poco injusto para los pobres personajes secundarios.

No se pueden cercenar de esta manera las historietas y vender cosas que no son. El trabajo de Bryan Lee está plagado de detalles minúsculos que quizá, por si solos, sean insignificantes pero que forman un todo complejo y es en esas pequeñas cosas en las que radica la mayor parte de la gracia de la obra. Además, la manera de incluir al lector en el cómic es muy original y divertida y creo que el cómic supone un gran trabajo que no debería ser juzgado por la tercera parte que Hollywood decidió elegir para la gran pantalla. También sé que las adaptaciones no están para ser fieles al pie de la letra a los originales pero creo que hay determinadas obras que no debieran intentar llevarse a la pantalla porque acaban desprestigiando muchas veces las fuentes de las que beben. Sin embargo, supongo que esto no dejará de pasar y menos ahora que está tan de moda la falta de originalidad y no hacen más que salir remakes y adaptaciones de obras literarias...

Negatividad a un lado, es un cómic muy, muy divertido (de hecho, es con el que más me he reído de todos los que me leído hasta la fecha aunque también puede que sea el primero que fuera bromista) y la historia es muy original y Scott Pilgrim es la monda, sinceramente. A pesar de ser dibujos tirando a manga, es decir, sin mucho detalle y en blanco y negro, las caras que pone no tienen desperdicio. Pero sobre todo son las pequeñas notas, los pequeños letreros que, de repente, aparecen y señalan algo que es tan obvio que no puedes más que reírte de lo absurdo que es, además de los diálogos que son para partirse. Por último pero no por ello menos importante, la música forma una parte fundamental del cómic y eso siempre se agradece. No descarto releermelo de nuevo muy prontito. Por cierto, ¿alguna recomendación cómica parecida o que no tenga nada que ver con esta para ser mi próxima víctima literaria?

Ps.

19.9.11

1984


Cuando fui a apuntar 1984 en Lectura no obligatoria, nombre que recibe el documento de Word en el que apunto, desde el pasado año, los libros que leo, me di cuenta de que era el segundo de los ocho libros de 2011 que no era un cómic o una novela gráfica. ¡Qué cosas tiene la vida! Hace un par de años el único librejo cómic que poblaba mi lista era Watchmen y, a día de hoy, casi están empatados los unos con los otros. No obstante, en ningún caso considero estas malas cifras ni mucho menos. Considero los cómics forma de lectura tan válida como cualquier otra y que, quizá, a determinadas personas, podría ayudarles a adentrarse un poco en el maravilloso mundo de la literatura y de ahí pasar a los que no tienen dibus. Es curioso si lo piensas: cuando eres pequeño te gustan los libros con poca letra y mucho dibu y cuando te haces mayor acaba gustándote, bueno, exactamente lo mismo (aunque esta vez las letras tienen algo más de chicha).

Después de esta no poco breve introducción, podemos entrar en materia: George Orwell. Mi relación con este magnífico escritor británico viene de antaño, pese a que no fuesen sus palabras exactas las que conocía sino la adaptación cinematográfica de su Rebelión en la granja (Animal Farm en idioma anglosajón). Recuerdo verla de bastante pequeña: mi padre me la ponía de vez en cuando y yo me sentaba allí a ver a los cerdos gorronear y al resto de animales rebelarse contra ellos después de haber abatido a los humanos. Obviamente, por aquella época mi poder de relación e interpretación estaba aún en proceso de formación y aquel filme no pasaba de presentar a un grupo de animales de granja que hablaban y politiqueaban. Seguramente, si ahora viera la película todo adquiriría un matiz distinto y bastante más profundo. En cuanto a 1984, muchas y variadas cosas había escuchado de él y, desgraciadamente, la que más resonaba en mi cabeza antes de empezar a leer el libro era que aquella obra había dado origen al infame e inmundo pograma-basura llamado Gran Hermano (que, aprovecho para decir, es una mala traducción del origial Big Brother, cuyo signficado sería «hermano mayor», algo que tiene bastante más que ver con el sentido primario del librejo).

Es ciertamente lamentable que una obra de estas características, de esta calidad y con esta repercusión se haya visto reducida a un reality show tan sumamente lamentable. De hecho, si la gente supiera cuál es su origen real, presumo que más reacia sería a formar parte de su «historia» entrando en esa casa ingnominiosa. En cualquier caso, no se puede luchar contra la estúpidez humana ni contra el morbo tan despreciable que se anda propagando por nuestra sociedad y en en esta época en la que vivimos pero sí podemos, si queremos y usamos la cabeza, recordar a quién pertenece esta idea, quién creó esta sociedad ficticia y totalitaria en la que el poder no pertenece a Mercedes Milá y a Telecinco (¡gracias al cielo!) sino al Partido, al Ministerio del Amor y a Big Brother (que también dejan mucho que desear...).

Una historia demoledora y descorazonadora que te deja con un sentimiento de desasosiego tan profundo que no puedes más que pensar en la «suerte» que tenemos de vivir  donde, como y cuando vivimos. Orwell traza un mundo paralelo complejo con gran maestría y a pesar de que esta hipotética sociedad paralela no llegase a asemejarse en modo alguno a la que en 1984 tuvo lugar, el hecho de que esta novela fuera escrita en 1949 es algo impresionante, si tenemos en cuenta los temas que trata y, sobre todo, el modo en que se tratan. Por otro lado (y soy consciente de que este no es un privilegio al alcance de todos), el modo en el que escribe este hombre es algo fuera de lo normal y poder disfrutar y tener la suerte de leer sus palabras originales es realmente una gozada (y una pasada). Si bien es cierto que ciertos fragmentos se hacen un poco lentos y pesados y, como consecuencia, la lectura puede demorarse un pelín (y más si uno tiene entre manos asimismo Sin City y Scott Pilgrim...).

Con ello y con todo, es una gran obra de la literatura y su lectura es una experiencia que, aunque en ocasiones puede resultar asfixiante y aterradora y pueden darte ganas de pegar un grito y ponerte a tirar cosas al más puro estilo Luther, merece la pena vivir y que, ciertamente, da que pensar, lo cual es algo que se agradece en los libros: que planteen historias que planteen preguntas que planteen posibles soluciones a esas preguntas. Con esto, animo a todo aquel que no haya tenido el placer de conocer a Winston a Julia a embarcarse en este viejo barco de papel con destino a Oceanía pero cuidado... Big Brother is watching you! (es decir, que te vigila a todas horas, día y noche, escucha lo que dices, ve lo que haces y sabe lo que piensas...).

Ps. Hacía mucho que no escribía alguna entradilla (mal, mal, mal) y, Dios, ¡cómo lo echaba de menos!

Ps. Si para V fue Free para 1984 fue Vivarium, todo cortesía de mis amigos de Glasgow: Twin Atlantic.

5.9.11

Leap Year



¿Qué podría salir mal en una película con estos dos personajillos e Irlanda como fondo? Nada en absoluto. Si tenemos además en cuenta que Matthew lleva en mi Top5 desde que viera por vez primera aquellas rosas rojas y londinenses y que Amy es una de las actrices más cucas y mejores que anda viendo Hollywood estos últimos años, cualquier mínima duda queda disipada por completo. No es una obra maestra del cine, eso está bastante claro. Es una película cuyo propósito es el que es, cuya temática es la que es pero que, aún con todo, consigue ser muy especial. Quizá también entre aquí en juego mi amor y adoración por esas tierras verdes llenas de calderos de oro y enanitos de barbas pelirrojas... En cualquier caso, es una película divertida y entrañable en la que Hecky está para comérselo, fingiendo ese acento irlandés que tan poco le pega y que tan magistralmente borda.

Eso sí, un par de pegas he de ponerle, no a la película en sí sino a aquellos que se encargaron de su distribución en los países hispanohablantes. La película cobra sentido gracias a su título original, que significa «año bisiesto» y enlaza con una antigua tradición irlandesa, la gran protagonista de la película. Ahora bien, si vas y haces que la película diga algo tan poco acertado como Tenías que ser tú pues la gracia se pierde por el camino y, sobre todo, vendes el filme como otra comedia romántica facilona, intención no deseada por los creadores de la susodicha a la hora de elegirle un título en inglés. De todos modos, con este tema siempre ha habido y siempre habrá conflicto... Para más información existe un magnífico blog que si no deja las cosas claras, ¡apaga y vámonos!

La otra e irremediable pega que he de ponerle a este año bisiesto es el doblaje. No es que sea malo pero en inglés hay muchos, muchos juegos de palabras que, en el trasvase, se van al garete. Además, fue bastante curioso y revelador pues vi la peli en el AVE de vuelta a casa desde Barna y estaba doblada y también subtitulada y se podía ver, clarísimamente, lo que es una traducción hecha para que quepa en boca y otra que sea fiel a lo que el original está diciendo (o al menos que lo intenta). Fue otro pequeño pasito hacia, esperemos, un futuro próximo y cada vez más claro aunque he de reconocerlo: doblar es divertidísimo (sobre todo muñecajos de gomaespuma). Y aquí está mi valoración personal, subjetiva e influenciada: un . ¡Hasta la vista, Louis! 

20.8.11

Super 8


Nada más salir del cine tuve que apuntar todas aquellas películas que me habían venido a la mente mientras veía Super 8: ET, Alien, El gigante de Hierro, Los Goonies, La niebla de Stephen King y los vídeos caseros que hacía hace ya algunos años con mi primo en casa de los abus. Y esto, aunque parezca que no, son más que excelentes noticias.

No he visto Lost (aún) pero no esperaba menos de este filme. No es una película innovadora pues trata temas por todos ya conocimos pero sí que es original la forma que tiene de contar la historia, utilizando recursos también archiconocidos pero de manera brillante. Considero que todas las historias que están contadas por niños tienen un carácter especial que las hace únicas. Ese punto de vista tan dulce y honorable; sin miedo a nada y siempre fieles a sus amigos, es algo entrañable de ver y supone un gran contrapunto, más aún en una película con un par de sustos de saltar a la butaca de al lado.

Además, uno de los puntos fuertes es el diálogo entre esta pandilla de amiguetes. Es muy, muy divertido oír los comentarios de niños de 11-12 años sobre cualquier tema y cualquier cosa del universo. Es un punto de vista mágico que, con los años, se va perdiendo y es muy amable (del verbo amar) reencontrarse con eso de vez en cuando. No quiero contar mucho más ya que con las películas de referencia uno puede hacerse, más o menos, una idea sobre de qué va todo esto pero me siento en la obligación de advertir lo siguiente: que nadie se levante de la butaca hasta que no se hayan encendido las luces (pues de hacerlo no verían una de las más mejores cosas de toda la película).

Yo ahí lo dejo caer y y sólo me queda desear que disfrutéis mucho, mucho con JJ, con Steve y con The Case...

¡Se me había olvidado decir que esta es una pequeña obra de arte que se merece un sin lugar a ninguna pero ninguna duda!

14.8.11

RocknRolla



Aunque me entretuvo, me hizo reír, disfruté de lo lindo con los diversos acentos británicos presentes, me gustó ver a Luther sin su habitual corbata y abrigo largo y entendí el amor que siente mi madre por Gerardo Mayordomo, considero mejor película, sin lugar a dudas, Snatch (♥). Eso sí, se sabe desde la primera toma que es obra del gran Guy Ritchie. Se nota en el desarrollo de la película, en los trapicheos, líos y malentendidos que se forman entre todos los personajes, las palabrotas a tutiplén y la violencia como factores claves de la historia. Los actores están perfectamente elegidos y hacen papelazos pero, en conjunto, no me acabó de volar los sesos, como dirían nuestros amigos anglosajones (¡y menos mal!). Por todo ello le otorgo un nada desdeñable . Ahora sólo hay que esperar la continuación...

13.8.11

Matilda


Uf, ¿y por dónde empiezo yo ahora? Supongo que contar en primer lugar la razón de que este batiburrillo de cosas esté aquí sería lo más lógico. El otro día llegamos a casa y ¡sorpresa! Mis allegados andaban viendo Matilda (). Sin dudarlo ni un momento («te confieso que te quiero»), me senté en el sofá a disfrutar de esta obra maestra de la literatura infantil hecha peli. Pese a que la película no sea estrictamente igual que el original, creo que Danny DeVito hizo un trabajo sublime. Jamás he visto Matilda en inglés y, a pesar de que creo firmemente que es algo que debo hacer al menos una vez en la vida, siempre he sentido que las cosas como los insultos o las barbaries lingüísticas me llegan mucho más en español que en inglés. También es lógico si tenemos en cuenta el hecho de que aquella es mi lengua materna y de que, objetivamente, es una lengua bastante más rica en lo que al mundo de los improperios y oprobios se refiere, como lo demuestran frases tales como esta: «Su padre dice de ella que es una verruga. Una ampolla, un grano, una pústula rezumante de putridez». ¡Ah, se me olvidaba! Grandísimo trabajo el de Elsa Fábregas poniendo voz a esta bestia tronchatoros. Además (y uno de los factores más importantes de contribución a la humanidad de este filme), gracias a este pequeño maestro del cine, mucha gente pudo tener la oportunidad y el privilegio de conocer a uno de los mejores escritores de todos los tiempos (y mi prefe, cocretamente).

Mi amor por Roald Dahl viene de antaño; desde que tengo casi uso de razón he adorado todos sus libros, ya sean para peques como para mayores. De hecho, entre mis libros preferidos de toda la historia se encuentran Las brujas, Relatos de lo inesperado (de cuyo relato «El hombre del Sur» hice un trabajo sobresaliente para mi asignatura de Literatura Comparada en la uni aunque mi relato favorito siempre ha sido «Placer de clérigo») y Cuentos en verso para niños perversos. En este último caso, no puedo más que quitarme el sombrero ante el trabajo de traducción que hay ahí metido... ¡Es impresionante cómo están clavadas todas y cada una de las rimas! Mi papasión no se queda aquí pues tengo en mi haber asimismo el famoso Boy, que adquirí hace un par de años en la Feria del Libro, aquí en Madrid. Gracias a este libro comprendí muchas cosas, muchas referencias en sus obras que están estrechamente relacionadas con su infancia y mi admiración y adoración creció también.

Podría hablar de cómo sus libros me han ayudado durante todos estos años a amar la literatura, cómo sus obras han marcado mi vida en varios y diversos aspectos, cómo sus relatos me hicieron querer escribir y escribir y seguir escribiendo o cómo los dibujos de su gran amigo y principal ilustrador Quentin Blake pusieron rostro y colorido a todos aquellas fantasías de mi infancia, llena de melocotones gigantes, tabletas de chocolate, brujas malvadas y niñas mágicas pero eso sería otra historia, ¿no creéis?

Ps. Ahora que lo pienso, ¿quién sino Roald Dahl habría sido capaz de hacer de Moby-Dick uno de mis libros preferidos desde el principio de los tiempos?

The Runaways


Sabía que iba de música, de dos zagalas muy rockeras que daban mucha caña y que, quizá, huían de sus hogares por algún motivo desagradable... Bueno, dos de tres tampoco está tan mal. Lo que no supe hasta que faltaban unos 10 minutos para llegar a término fue que todo estaba basado en una historia, en hechos reales. Esta revelación ocurrió, como no podía ser de otra manera, al escuchar los archiconocidísimos acordes de aquella mítica declaración de amor hacia el rock y el roll de los Arrows. Quizá sea buena idea informarse un algo más sobre las cosas antes de sumergirse (o ahogarse) en ellas, ¿no?

Como es lógico y comprensible, el impacto que el filme había causado en mi persona disminuyó por unos segundos pues, de golpe y porrazo, todo aquello no era una historia genuina y sacada de la manga sobre un grupete de chicas guerreras. Sin embargo, en los segundos que siguieron a los ya mencionados todo empezó a cobrar sentido y me di cuenta de que había sido testigo de la creación y destrucción de un fenómeno musical, de un fenómeno fan, de un fenómeno fémina de la segunda mitad de la década de los 1970 y, sobre todo, del nacimiento de una gran estrella: Joan Jett. Y sí, he de confesarlo: yo soy una de las muchas personas que ha jugado al Legends of Rock sin preocuparse de a quién pertenecía aquella voz mujeril tan característica.

Me gusta mucho la música y me gusta mucho el cine y me chiflan las películas que combinan ambos artes. Además, es interesante ver la diferencia que existe entre alguien para quien la música es su única forma de vida, en este caso Kristen Stewart haciendo de Joan Jett, y alguien para quien es una forma de escapar, en este caso Dakota Fanning, bastante crecidita desde que invadieran en planeta los extraterrestres, haciendo de Cherie Currie. La banda sonora es uno de sus puntos fuertes; es entretenida, está bien ambientada y, según he leído posteriormente, se ajusta bastante a lo que fue la realidad de aquellos años, teniendo en cuenta también que las interpretaciones no están mal del todo y que los parecidos con las mozas reales es algo asombroso. Con todo y con ello, estas chavalucas se llevan un , por hacerme mover el body y meterme en las sienes una canción asaz pegadiza... Ch-ch-ch-ch-ch-cherry bomb!

Kick-Ass


Por unas cosas y por otras quedéme sin poder ver esta peliculita (cosa que suele pasarme más a menudo de lo que me gustaría) pero así pude descubrir de otro modo y en otro contexto a Aaron Johnson, interpretando (de miedo) a John Lennon en sus años más mozos. A raíz de aquel chiquillo de ninguna parte tuve más interés en este joven superhéroe pero nunca la suficiente como para ver la película. Ahora, que desde hace unos años he vuelto a darle a la viñeta por primera vez desde que con 12 o 13 años me supiese de memorieta ya todos los Tintines, he preferido echarle primero un ojo al trabajo de Mark Millar y ya, si eso, otro a su adaptación al gran pantallazo.

Como puede (o no) suponerse, no tenía mucha idea de qué iba la cosa. Tiendo a no informarme demasiado sobre los libros que leo a priori para evitar de este modo echados a perder inecesarios al leer más de lo estrictamente permitido y necesario y estoy descubriendo que viene bastante bien. Así como en las películas siempre necesito una pequeña sinópsis para hacerme una idea del tema pero puedo confiar en mi propio instinto cinematográfico, en este mundo cómico confío en la opinión de gente más entendedora, con más experiencia y más omnibuses en sus recámaras que yo. Así es como voy escogiendo qué leer y qué no, además de las grandes obras de sobra alabadas por todos.

La cuestión es que me gustan las cosas «diferentes», tema recurrente últimamente. Kick-Ass no es el típico superhéore con el típico o no tan típico superpoder, nada más lejos de la realidad. Dave Lizewski no es más un adolescente sin madre del montón, loco por los cómics, al que le gustan Scrubs y los Goo Goo Dolls y que lleva una vida tan aburrida que decide hacerse superhéroe y se convierte en un fenómeno mediático con un vídeo colgado en YouTube pero descubre que no está solo... Es original su génesis no obstante su desarrollo y trama posteriores no se complican en demasía, la verdad sea dicha. Sin embargo, los personajes protagonistas tienen mucha chicha y ver a una niña de 10 años manejar la catana como lo hace Hit Girl es algo ciertamente interesante. Además, al ser un cómic que fue escrito entre 2008 y 2010, aquí los jóvenes y jóvenas tienen bastante más jugo que sacarle a la historieta pues está plagada de referencias a la pubertad y la vida del siglo XXI, cosa también bastante curiosa, graciosa y novedosa.

Hablando de catanas y, por ende, de violencia, tengo ganas de leer algún cómic en el que no aparezcan tripas colgando, cabezas volando y disruptores intestinales por doquier. No considero que esto sea algo exclusivo de los cómics, la violencia ha estado presente en casi todos los aspectos de nuestras vidas desde el principio de los tiempos pero es curioso que de todos los que he leído hasta la fecha no recuerdo ninguno en el que este no sea un tema más que frecuente, incluso, si me apuras, Asterix y Obelix zurraban de lo lindo. Por eso tengo ganas de echarle el guante a Blankets y descansar un poco de tanto mamporro y tanta amputación de miembros varios, aunque esto no quiere decir que me disguten ni un ápice estas cosas truculentas, ¿por quién me toman?

Ps.

9.8.11

Capitán América


Y por fin llegó la hora del resarcimiento y la venganza. Me explico: cuando estrenaron Thor estuve piando semana tras semana para que alguien me acompañase al cine a ver al rubiales y fortachón dios del trueno pero nadie oyó mis plegarias y, como es lógico, acabaron quitando el filme de las salas (excepto tres en las que sigue dando guerra pero ya en españolito). Ni recalcando que el director era el gran Gilderoy Lockhart o haciendo saber que, de hecho, las críticas habían puesto bastante bien la película conseguí convencer a nadie lo suficiente como para granjearme un amigo de butaca (aunque ya he aprendido la lección y para la próxima nos vamos yo y mi sombra y andando). Pero esta vez las tornas han cambiado...

Hace ya muchos años, siendo yo una ingenua y pequeña párvula, estaba en mi poder un muñecajo del Capitán América, de estos chiquitos de plástico al que se le podían mover un poco las extremidades. Como es de esperar, con 5 años no estaba yo leyendo mucho cómic de superhéroes pero, a pesar de todo, siempre supe el nombre de aquel tipo del traje azul y el escudo redondo. Un día mi total desconocimiento de cuál era realmente su fuerte me hizo, en un ataque de euforia infantiloide, lanzarle por los aires en un vuelo sin motor con la mala suerte de que fue a parar al tejado de las «jaulitas» que, como su nombre indica, eran unos patios pequeños con verjas donde nos sacaban cuando llovía. Aún hoy tengo la esperanza de poder recuperarlo, de que siga ahí, después de más de 15 años, esperando a ser rescatado (lo cual me recuerda un poco al tema que aquí realmente nos ocupa).

Pese a ser desde siempre uno de mis superhéores preferidos, ya fuera por nostalgia o porque me gustase mucho el traje que llevaba, la verdad es que nunca leí nada sobre él, ni siquiera eché un vistazo a su artículo en la Wiki, lo reconozco. Siempre fue como James Dean para mí: murió joven, en su mayor esplendor y así fue inmortalizado en mi mente y en mi memoria. Por todo ello, hace una semana que me senté en aquella butacón para descubrir por primera vez quién era realmente el hombre hombre detrás de la A y la sorpresa fue bastante grata, la verdad.

De primeras, no sabía que fuera un cómic ambientado en los años 1940. Tampoco sabía que Steve Rogers, en origen, no era más que pobre chavalillo, debilucho y enclenque, que lo único que quería era la oportunidad de poder ayudar a su país en la lucha contra los nazis en la Segunda Guerra Mundial. Tampoco sabía que era elegido por su valor, su perseverancia, su esfuerzo y su compromiso para con aquello en lo que él creía de corazón para convertirse en una nueva generación de soldados que conseguirían acabar con el eje del mal en Europa. Si bien el elemento patriótico es más que obvio (y, a veces, un tanto patético), me gustó la ambientación y también la personalidad del protagonista, la cual no puedo juzgar más que por la adaptación que han hecho de ella en la película.

La el filme tiene puntos muy graciosos aunque los efectos especiales dejan un poco que desear, salvo la caracterización de Evans esmirriado. El tono de la película, en ocasiones, me recordaba a aquel de Sky Captain y el mundo del mañana y lo más espectacular de toda la película eran, sin duda, los músculos que Chris Evans había tenido que desarrollar para grabar la película, el tío bueno de Harvard, según Annie Braddock (y no le faltaba razón). Por otro lado, al estar en la inopia sobre la relación entre los Vengadores, hubo algunos detalles que se me escaparon y que, a la salida, me revelaron y entonces ya todo fue mezclándose y formando un pequeño ovillo de superhéroes de Marvel. Puedo decir que me gustó y me entretuvo pero no me entusiasmó, además de que aborrezco los doblajes en castellano de los personajes germanos, con lo que creo que voy a darle a nuestro gran héroe americano entre un y un , aunque Steve Rogers siempre, siempre tendrá un lugar especial en mi corazón.